
Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta política. Mostrar todas las entradas
Yanko desencadenado

Trescientos sesenta y seis latidos
Dos mil doce exhala sus últimos suspiros
minutados. Conforme se acercan estos terminantes instantes parece que enviamos
al carajo al año vetusto en lugar de aprovechar sus últimas jodiendas al
máximo. Sin embargo, ni la amnesia más aguda podrá clavar su aguja en nuestra
mente lo suficiente como para permitir que nos olvidemos de todo lo que nos ha
ido acompañando durante estos 366 días en nuestro largo devenir vital.
![]() |
Un hombre protesta durante la visita de Merkel a Grecia | Reuters |
En la mente de todos queda el
impertérrito gesto rajoyano que mostraron nuestros mandatarios, cuando tuvieron
que comenzar a cercenar las barbas de su vecino sin poner las suyas a remojar. Quedó
grabada la consecuente disensión mundial, en tiendas de campaña, pancartas y traseros
al viento, lo que a ojos de los barberos terminó por parecer un Woodstock del
nuevo siglo en lugar de una ingente protesta masiva. Se desató una cruenta
guerra civil ideológica, entre quienes defendieron sus derechos y quienes se
ganaban el pan conteniéndolos.
![]() |
Imagen del magazine de El Mundo el pasado 30 de diciembre. Reza: 'la portada que daremos el 25 de enero de 2043'. |
Fue el año de un monarca que pasó
por el quirófano en más ocasiones que las que pudo contar, en las que le
acompañó su amante bandida, mientras su mujer, se hallaba en el extranjero
remendando los calzones rotos de su yerno cleptómano. Un año, en el que se hizo
más evidente la agonía de un monarca que por querer parecer mancebo, ofreció un
discurso de Navidad sentado sobre su mesa de oficina, al más puro estilo Edward
Murrow, mientras su hijo, paciente, esperaba tras las cámaras dilucidando que
son tiempos difíciles para mantener el negocio familiar, por mucho que El Mundo
se quiera empecinar.
Dos mil doce se cierra con cuarenta
y tres monarquías en el planisferio. Nueve han
sido los países en los que se han celebrado elecciones. Una reelección
equilibrada, de un Obama que no logra consenso entre su plebe mundial; un
Hollande que está peor visto que su antecesor; un nuevo líder chino que puede
pavonearse de haber engrosado sus listas con ni más ni menos que 80 millones de
militantes. Un Putin que revalida cargo en una carrera de silencio y
oscurantismo, propia de la mismísima KGB; y un Hugo Chávez al que parecen
haberle otorgado el poder como última voluntad.

Este ha sido un año de demagogias
y elecciones, de guerras civiles y muertos a miles, de dimisiones y disensiones,
de gasto y de gesto, de huelgas y de juergas,
de ERE’s y mueres. Ha sido un año de Ecces Homo y comer lomo, de escuchar a
Fraga y mojar las bragas, de Carrillo y Monaguillo, del twitter de Benedicto y
de su mayordomo convicto, de imputados y multados, de bebés robados e inocentes
asesinados, de libertad de expresión y censura y devoción, de huracanes y
volcanes, de nacionalistas y maniqueístas. Pero también ha sido un año de
pinchitos y merengue, de leones y huevones, de misterio y Malena Alterio, de
sal o de azúcar, de Juegos Olímpicos y de Pepe y sus Golpicos.
![]() |
Usain Bolt durante los JJOO de Londres 2012 |
En suma, lo que es seguro, es que
dos mil doce nos deja un horizonte de incertidumbre, en el que como afirma Iker
Jiménez: ‘Hay quien piensa que la auténtica conspiración
no es la de los iluminati, los templarios, los nuevos templarios, el fin del
mundo... No. La auténtica conspiración es a través de los que tejen el mundo y
nos lo cuentan para motivar el crecimiento solo de esa parte oscura. Siempre
motivando los modelos e ideas más primitivos que van solo a lo instintivo, y
todo lo otro está quedando como para pusilánimes, para personas raras, que no
están ni en la sociedad. Este mundo, de ideas rápidas, baratas. No solo
de comida basura, sino de ideas basura. La creatividad es la única forma de
salvarse de esto’.
Desde
aquí, todos los que conformamos esta pequeña familia de Cultuzona queremos
desearos feliz 2013, porque no es necesario llorar por lo que ha pasado, sino aprender de lo sucedido y empezar a aplicar lo dicho.
No abuséis del móvil en la cena, y si es para algo, que
sea para call me, maybe.
Ana Esther Méndez (@hormonada)
HISTORIA DE UN RIZO QUE NO QUERÍA SER RIZADO
El escalón de mi escalera | Por Ana Esther Méndez
Esta historia que os voy a contar es como la fábula de una hache que no quería ser muda, de una flor que no quería ser hermosa, de una nube que no quería ser oscura, de una coliflor que aborrecía no ser sabrosa. Hablemos en términos de alegorías.
![]() |
Fuente de la imagen: teinteresa.es |
Nuestro relato se remonta al pasado domingo. Estamos en la estación de autobuses de León, mi tierra. Como en todo, como en nada, en una buena historia sucede que tu atención es atraída por el elemento más infructuoso o en apariencia menos notable (sí, de vez en cuando me creo la Amèlie ibérica). Las manecillas del reloj de la estación se acercaban desafiantes hacia el azabache perfil del número siete. Podría relataros todo un mundo desprendido de aquel insulso cronógrafo, su dudosa procedencia, su impreciso presente, su podrido pasado, y su prolongado y tedioso futuro en el que marcaría repentinos encuentros, adioses enlagrimados, ácidas esperas, retrasos voluntarios. Aquel repiqueteo de las horas que se acompasa al vals de los corazones solitarios, desahuciados en la lóbrega estación, y por qué no, ese repiqueteo que también marcaría la vida. Tu vida. O la mía. Podría hablar por aquella máquina y contarte cómo de sucio es su trabajo. Lo bajo que es contar la muerte, contar la vida, contar las respiraciones, los suspiros, las inhalaciones que se van sucediendo, como pasos irreversibles hacia un lóbrego andén de incertidumbre en el que no sabes si algún tren llegará a tiempo para recogerte, o si tal vez no arribará jamás.
Pero esta no es su historia. No es la suya. Es la de él. La de un rizo que no quería ser rizado. Son las memorias que relatan los quebraderos de cabeza de un rizo azabache en un enorme cogote nómada que no le comprendía. Se sentó delante de mí, en aquel autobús desgastado por el paso de las almas errantes en un mundo de escasa suerte para la fortuna y gran viabilidad para la fatalidad. Se desabrochó torpemente su raída Hackett que le confería un aire mod de los sesenta, mientras llevaba a cabo intentos frustrados por colocar su maleta en el tercer estante plomizo. Finalmente, se dejó caer con pesadez sobre aquel asiento que ya había acogido a muchos otros desde hacía ya una década. Éste, ya estaba acostumbrado a sopesar sus penas con aquellas adopciones esporádicas y la calidez que le ofrecían los usuarios con sus profundos sueños de carretera. Ya era como una madre para aquel que requiriera de sus servicios. O como una prostituta barata del arrabal.
![]() |
Fuente de la imagen: El Mundo |
Estaba yo divagando sobre el supuesto amor filial del sillón de autobús para con el viajero, cuando lo vi. Tan perfecto, tan curvo, tan brillante. El rizo. Una cana lo rodeaba elegantemente, semejando un regalo cuidadosamente envuelto esperando a ser recibido, o un abrazo acaparador sutilmente ofrecido. Qué historia tendría que contar aquel conglomerado de cabellos ondulados. Probablemente hubiesen conocido más que su propio dueño, alejado de la realidad por medio de unos flamantes Strokes que retumbaban en sus oídos. Pero eso jamás lo sabremos. El rizo será cortado antes de poder relatar los entresijos de los crímenes de los que ha sido testigo, antes de delatar a aquel spray que le salvó la existencia cuando el maquiavélico piojo pretendía hacer gala de sus dotes de arquitectura y procreación en sus raíces. Un rizo que jamás será liso, que no se reunirá con sus compañeros del fondo sur bigotil hasta después de ser talado, que no será testigo del crecimiento de sus nietos cada vez más envejecidos. Un rizo que deseaba ser teñido de azul, para darle un aire más vanguardista a aquel humano enclenque y pordiosero que lo portaba. Un rizo que nunca será llamado a exponer sus ideas sobre el repoblamiento capilar. Un rizo que callará como lo hicieron otros muchos.Y mientras el rizo calle, los problemas de alopecia continuarán. Y los rizos irán cayendo uno a uno.
El rizo eres tú, soy yo, somos todos. El rizo sale todos los días a la calle a protestar, pero continúa enraizado en un cogote seco que no lo hidrata. No vive bien, pero tampoco mal, y la salida del cogote sería su perdición. Moriría tirado en cualquier andén de mala muerte, mientras el reloj cronometrase su último adiós. No hay rizo que hasta ahora se haya atrevido a ejecutar sus planes. Porque no hay rizo que acabe con la calvicie.
Hablamos en términos de alegorías porque estamos aprendiendo a ser tan perros como quienes nos dirigen. GUAU.
Ana Esther Méndez (@hormonada)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)