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Amor a través de un iPhone

El escalón de mi escalera | Por Ana Esther Méndez


Kerouac el genio; el rapsoda contemporáneo de la llamada ‘Generación Beat’; el vate de los  cuarenta, cincuenta y sesenta, ya lo dijo en su día: 'La vida es un país extranjero'Un aforismo que ya se ha convertido en dogma de vida para un limitado grupo de individuos que pueden llevarlo a cabo. Y es que en estos tiempos que corren, muy pocos pueden permitirse el lujo de viajar a recónditos lugares más allá de las trepidantes historias de Jules Verne.

No todo el mundo puede dar la vuelta al mundo en 80 días, ni siquiera en 90, pero hay quienes lo hacen a través de 80 o 90 capturas de Instagram. Y este es el caso de una pareja de enamorados. Su historia podría ser perfectamente una recreación moderna y tangible del Viaje al amor que Punset nos intenta explicar de forma científica a través de sus páginas. Y es que el suyo es un caso de estudio.

Él, fotógrafo. Ella, periodista. Son Murad Osmann y Nataly Zakharova, quienes armados con su iPhone, decidieron salir a recorrer el mundo. Bueno, más bien armado. Porque lo que es Nataly, no aceptaba de buena gana que su enamorado se pasase el día entero engarzado al aparato. A partir de una discusión en la que ella le recriminó su conducta, él decidió que utilizaría su móvil para contar bonitas historias, siempre de la mano de la mujer de su vida. Y así lo hizo. Para Murad, Nataly es quien guía su vida, y por ello siempre aparece de espaldas en todas y cada una de las fotografías que realizan en diferentes lugares del mundo, indicándole el camino a Murad, quien utiliza algunos filtros para conseguir efectos realmente ingeniosos en sus imágenes.

Lo afirmó Julio Verne: 'todo lo que una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad'. Les hay para todo, y la historia de Murad y Nataly es tan intensa que ya cuentan con miles de seguidores que sueñan a través de las imágenes de su cuenta de Instagram.

Una pareja de enamorados locos, al más puro estilo beat de Kerouac, quien afirmaba que 'la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas'.


Al final va a ser verdad eso de que el amor no conoce fronteras.



Ana Esther Méndez (@hormonada)




DE EL ROCÍO, ALMONTE Y UNA ROMERÍA DE HUELVA


Odi et amo | Por Isaías Mellado Chito


Calor y gente, mucha gente, ante tan blanco templo de aldea que ahora parece una ciudad con tanto gentío. Uno grita: «¡Viva la virgen de El Rocío!» Y todos responden: «¡Viva!» Otro sigue: «¡Viva la Blanca Paloma!». Y misma respuesta sale de todos, como un salmo de iglesia que se repite.


Allá por el siglo XIV se llamaba a aquel lugar Ermita de Sancta María de las Rocinas. Ahora, con el nombre acortado, La Señora de Almonte (localidad a la que pertenece la aldea de El Rocío) es una de las protagonistas más repetidas de las romerías de toda España.


Rocieras cruzando el río
Espero el momento que todas las noticias retransmiten: El Salto de la Verja. No es más que el momento en que los de las hermandades deciden saltar la reja que protege el paso de la virgen, sacarla en volandas entre un tumulto desordenado y casi en trance místico. Esto no es a cualquiera hora, sino en la madrugada del domingo de Pentecostés.


No es raro ese estado tan alterado. Los fieles llevan un par de días haciendo el camino a la ermita (no es que sea uno, porque en realidad son cuatro, dependiendo de si vienes de Cádiz, Huelva, Almonte o de Sevilla). Y no es la extenuación precisamente la que los altera, sino la fiesta y la bebida que corren entre acampada y acampada hasta llegar al templo.


Todo ello para darle un paseito a la madre de Cristo por las calles de El Rocío, a hombros de gente que son río entre las calles, te das cuenta al verlo todo desde arriba, a lomos de un caballo mejor que mejor. Y tiene que tener encanto, ya que es la romería con más hermandades (más de cien).


Fervor, fervor a la española. Sin sentido y desorganizado a veces, quizá tosco o bruto. Desde fuera algunos lo admiran como ritual tribal. Y desde dentro pudiera entenderse como una herencia de aquel catolicismo que por obligación había que exaltar. Pan et circenses dirían los antiguos romanos, aquí somos más de pan y fe, que también puede convertirse a veces en un pequeño circo.



Isaías Mellado Chito (@isi_tico)

BEAUTIFUL BRITISH COLUMBIA

Cómo conocí a vuestro padre | Por Inés Gómez

¡Oh, Canadá!


¿A quién no le suena el famoso "sirope de arce"? Las cascadas, los bosques, las montañas, los osos, Justin Bieber (hemos de llegar a todo tipo de público, a mí me duele más que a vosotros), las preciosas playas del Pacífico... Si tenéis algún dinerillo ahorrado y buscáis relajaros y a la vez vivir una experiencia única, la Columbia Británica es vuestro sitio. 

Se trata de la provincia canadiense más al oeste del país. Sus bosques y vegetación fueron los que tuvieron que "soportar" a Robert Pattinson y Kriten Stewart haciendo de vampiro dandi y de damisela en apuros respectivamente y en los que viven cientos de animales a sus anchas, desde ardillas hasta osos. Quizás sea la zona más característicamente canadiense. Su idioma oficial es el inglés (pese a la creencia popular, la zona francófila es Québec) y cuenta con ciudades tan impresionantes como Vancouver, Victoria o Whistler


Playa de Wickaninnish Beach
La primera y más conocida es un auténtico crisol de culturas, además de la una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo. Podéis pasear por Stanley Park y sus hectáreas que nada tienen que envidiar a las de Central Park, ir a admirar galerías de arte a Grandville Island, de compras por Robson Street o cruzar el puente colgante más grande del mundo, Capilano.

La segunda ciudad, Victoria, es la capital de la British Columbia y se encuentra en Vancouver Island. Se puede acceder por barco o por avión, aunque yo personalmente recomiendo barco, para así poder admirar la increíble belleza del estrecho de Georgia. La isla cuenta con algunas de las playas más increíbles que existen en Canadá, como es el caso de Mackenzie Beach, Long Beach o Wickaninnish Beach, aunque si lo que buscáis es algo más exclusivo, existen rutas guiadas a través de bosques que van a parar a playas vírgenes e impresionantes. Victoria posee un auténtico ambiente british, y las construcciones más antiguas del lugar, como es el caso del Parlamento y el Empress Hotel (os recomiendo perder cincuenta dólares para "tomar el té". Es una experiencia alucinante).


Por último, si lo que os va es el deporte y la vida en la montaña, no podéis dejar de visitar Whistler, a unas cuatro horas en coche de Vancouver. Acogió los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010, y cuenta con unas de las mejores pistas de esquí que existen. En verano  hay multitud de actividades al aire libre, además de muchísimos restaurantes para familias y bares y algunas discotecas para gente joven. 

En avión, desde Barajas, son unas diez horas, pero os digo en serio que merece realmente la pena. Solo hay que ver todas las matrículas que traen los que vuelven a España, con las iniciales BBC: Beautiful British Columbia. Comprobadlo por vosotros mismos.



Inés Gómez (@inesgomezduran)