Dexter, el oscuro pasajero

Rara Avis  | Por Lucía Semedo

“Me sentí mucho mejor. Siempre me sucedía después. Matar me hace sentir bien. Desata los nudos de los oscuros meandros del querido Dexter. Es como una dulce liberación, un escape necesario de todas las pequeñas válvulas hidráulicas que hay dentro. Me gusta mi trabajo. Lamento que esto pueda molestarles. Lo lamento mucho, de verdad. Pero así es. Y no se trata de matar de cualquier manera, no. Tiene que hacerse en el momento adecuado, del modo adecuado y con el compañero adecuado: complejo, pero imprescindible.

Y siempre resulta un poco agotador. Estaba cansado, pero la tensión de la semana anterior había desaparecido: la fría voz del Oscuro Pasajero se había callado, y podía volver a ser yo mismo. Dexter el raro, el curioso, feliz y afortunado, muerto por dentro. Ya no era Dexter el del cuchillo, Dexter el Vengador. No, hasta la próxima.”

                                                                                            
                                                                               Capítulo 2. Dexter, el oscuro pasajero

 

Michael C. Hall, actor que interpreta a Dexter
Tuve la brillante idea de regalar este libro por el día de Sant Jordi y gustó. Gustó mucho, tanto que no pude evitar echarle un ojo, a ver qué tal. El resultado fue que me enganché de tal manera que me ha costado menos de una semana leerlo.
Quizás sea porque estaba buscando un libro frío, meticuloso y en el que no hubiera ni pizca de historias de amor, pero la manera en la que Lindsay narra, siempre en primera persona, los pensamientos más oscuros de un hombre aparentemente corriente que oculta al mundo su terrible realidad, su oscuro pasajero.

Dexter Morgan es, aparentemente, un hombre totalmente normal. Es atractivo y encantador, vive en una ciudad que le gusta, tiene una relación con una mujer agradable, es un apoyo para su hermana Deb, tiene un trabajo que le apasiona como forense para la policía, un piso cómodo y moderno y unos modales y saber estar que parecen envidiables. Es, a fin de cuentas, el perfecto caballero. Sin embargo, dentro de él hay algo perturbador, algo que le hace estar seguro de que, realmente, no es un ser humano. Con tendencias psicopáticas y sociópatas, Dexter carece de sentimientos y no tiene ningún tipo de percepción de la realidad ajena. Por si fuera poco, necesita liberar de vez en cuando a su oscuro pasajero, una fuerza incipiente que arde en su interior y le empuja a cometer los más oscuros crímenes, con los que disfruta enormemente. Sin embargo, Dexter no es un loco y no comete sus asesinatos al azar. Desde pequeño fue consciente de su situación y adoctrinado por su padre, un policía retirado, puso su inteligencia y su capacidad para matar al servicio de la sociedad: se encarga de eliminar a los delincuentes y asesinos más despiadados. Desde pedófilos hasta violadores, nuestro protagonista sacia su sed de sangre encargándose de eliminar a lo peor de la ciudad en la que vive.

Foto promocional de la serie Dexter, basada en los libros de Lindsay
En este libro, el primero de la serie, Dexter se propone ayudar a su hermana Deb, que es policía, a resolver una serie de peculiares asesinatos. Pero pronto la cosa se va de madre y termina siendo la lucha entre dos asesinos por saber cuál de los dos es el mejor; Dexter descubre en el otro asesino una fuente de admiración e inspiración y no puede negarse a seguirle el juego.
 
 
No se si ha sido porque últimamente tengo muchas ganas de leer novelas policiacas y tramas de intriga y sangre, porque los relatos en primera persona me llenan mucho o porque Dexter me ha recordado terriblemente a un Alex (de la Naranja Mecánica) adulto, más racional y algo menos salvaje. El caso es que he devorado este libro a toda velocidad y he terminado con ganas de más.
 
 
Una historia rápida, adictiva y original, un recorrido por el lado más oscuro de un sociópata dispuesto a hacer del mundo un lugar mejor a su oscura, Lindsay ha logrado recrear a un justiciero  despiadado, poderoso, un asesino al que no nos importaría tener de vecino. Siempre y cuando no tuviéramos nada que ocultar, claro.
 
 
Si bien Dexter es el único personaje que verdaderamente merece la pena por sus peculiaridades, se puede omitir la a veces excesiva torpeza del resto de los equipos policiales, porque lo que te acaba interesando es saber cuál va a ser el próximo movimiento. Y es que, a la larga, te olvidas de los crímenes, de la sangre y de lo que todo ello representa; la lectura se vuelve una intensa partida de ajedrez en la que no sabes quién conviene que gane.
 
Muy recomendable para los fans de series policíacas y de misterio con un toque algo más informal, tipo Mentes Criminales o Castle, y lectores aficionados a la literatura rápida e intensa, las dobles vidas y la sangre. O la ausencia de ella. 


Lucía Semedo (@luciasimonelle)

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