EL GENIO DE LA MÚSICA

Barco a Venus | Por Laura Marcos

Si bien el arte ha estado a lo largo de la historia bien definido por unos patrones, a medida que nos acercamos a la actualidad se va convirtiendo en un terreno más difuso. El arte sirve para emocionar. Y toda corriente artística tiene sus correspondientes genios creadores. Es por eso que hay que contemplar con mucha atención el arte de la música moderna. Centrémonos, eso sí, en la grandiosa capacidad de mover masas y conmover, como buena forma de arte, intentando dejar de lado la poderosa industria de mercado.


¿Quiénes serán los nuevos genios del siglo XXI? Poco material disponible parece abundar en la radio de hoy en día. Lo que mueve masas actualmente, sin negar que haya artistas de gran calidad pero apenas reconocidos, no parece estar a la altura de los artistas que poblaron las décadas de los 60, 70, 80 e incluso 90, cuando se creaba música, entre otras cosas, con letras de gran contenido ideológico, de cambio social, de creación de tendencias. Me niego a creer que tales estrellas compartan un lugar en la historia a lado de lo que ‘peta’ actualmente en los 40 Principales. 



El mundo está cambiando. Los genios de los años sesenta y setenta van desapareciendo y, con sus muertes, pasando a la historia. No podemos evitar que grandes figuras, como los recientemente fallecidos Donna Summer o Robin Gibb, vocalista de los Bee Gees nos hagan preguntarnos si acaso estamos asistiendo a un cambio de tercio.



Laura Marcos (@lauramarcosm)

3 comentarios:

  1. Stevie Wonder o Etta James por citar dos, me seguiré pasando.

    Ánimo.

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    1. Gracias, Edu. Me consta que tú sabes mucho de este tema, y que podrás aportar verdaderas maravillas. Te esperamos.

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  2. Incluso con la frase que iba a usar para comenzar mi comentario, delato la parte más importante de su trasfondo:

    'Desde Aristóxeno y Aristóteles, hasta hoy día, el poder que posee y ejerce la música, es sobrenatural e inefable'.

    La música tratan de vendérnosla a través de todo lugar por el que pueden incrustarla, por eso trato de evadirme, alejarme del escaparate abrumador y excesivo con el que avasallan día y noche los ansiosos empresarios. Prefiero hablar de campos ligados, pero más allá de todo lo dicho.

    Es decir: antes de Cristo y su 'hola y adiós', estuvieron Aristóxeno, Platón o Aristóteles, hablando de música, y dejando escritos sobre ella para la posteridad. Hoy día se estudia con sumo aprecio todo aquello.
    Pero también, hoy día, están otros que ocupan su trabajo; véase los Nicholas Cook o Susan McClary.
    A los primeros se les conoce aunque fuera vagamente, a los otros ni por asomo.

    Algo similar ocurre con los músicos.

    Si 'nace un Mozart' mañana, será reconocido entre ciertos ámbitos, gozará del respeto y provecho de tal, pero ahí acabará su particular cosecha.
    Vivimos bajo esa cultura de masas de la que tanto se escribe y se trata, pero permanece inmune en su extrañeza.
    No podemos pretender tener la repercusión de un pasado histórico, en un presente aún deambulante; y ahí quería yo llegar.

    No podemos pretender echar la vista atrás de la misma forma en que fijamos la mirada hacia el presente.

    No es algo que yo haya descubierto, vaya. Tampoco pienso apropiarme de nada que no sea mío.

    Valga como muestra aquellos tiempos en los que Beethoven debía asimilar críticas por todas y cada una de sus sinfonías. Resulta que la séptima era el retrato de un artista borracho, la quinta los desvaríos de un desbocado y la cuarta una putísima mierda hablando en castellano llano y simple de aquí y ahora.
    Tuvieron que llegar Berlioz -a idolatrarle-, o Wagner -a contarle al mundo que La Séptima era el apoteosis de la danza-.

    Somos así, los seres humanos, tenemos ojos pero vemos lo que queremos, lo que podemos, o lo que nos dejan.

    Ya como opinión puramente personal, he de decir que los mejores compositores y creadores de música que habitan este copado mundo de producción musical, son los compositores de bandas sonoras.

    Bernard Hermann (Taxi Driver, Psicosis, Jasón y los Argonautas...) ya ha pasado a la historia, como harán Howard Shore (El silencio de los corderos, El señor de los anillos... ). El mundo está lleno de grandes músicos, sea uno de ellos Daniel Barenboim, u otro tipo bien distinto como Dustin O'Halloran.

    Cuando buscas algo en una gran mansión, no importa qué hay tras la puerta que uno abre, sino qué puerta se ha abierto.

    Todo esto lo dice alguien que jamás fue educado lo más mínimamente sobre música, así es que me sigo considerando un salvaje dentro de una apaciguada jungla -aunque ya sí me estén educando, o eso dicen- y soy totalmente criticable.

    No me atrevería a vaticinar ningún 'genio' dentro de la música pop actual, ya ni siquiera tenemos conciencia de cómo sobrevive al letargo de la historia sobre sí. Bien podría considerarse que la mayor relevancia de estos tiempos y evoluciones musicales es la grandiosa relación música-voz(y por lo tanto, texto y literatura). Considerándolo así, sólo me atrevería a preparar un altar para Leonard Cohen.

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