Soy un camello

Desde Chile: antiácido | Por Carlos Ojeda 

Siempre se critica mucho a la gente que no va a la discoteca, son tildadas de gente aburrida y sin gracia, al menos eso pasa en mi generación, donde la persona que no asiste a estos eventos son perdedores.

Jamás me gustó ir a la discoteca, encontraba aburrido y monótono todo el ambiente, pero de todas maneras asistía a estos eventos porque mis amigos también iban, pero yo en vez de bailar, me embriagaba y fumaba mucho, mirando con odio y desprecio a la mayoría de la gente.

'Siempre lo he dicho [...] tres son una fiesta'. Andy Warhol
El alcohol te da cierto tipo de valor y eso empuja a tomar la decisión de invitar a alguna guapa mujer a bailar, el miedo al rechazo es tan fuerte en mi vida que alguna mala vibra provocaba que me rechazaran inmediatamente, pero observaba con qué tipo de personas bailaba y eran todos de la misma facha, eran todos calcados y cortados por la misma tijera, jóvenes techno, niños reggaetón, una ensalada de imbéciles.


Todo este desprecio y rabia por ser parte de una generación muy acomodada, sin esfuerzo, sin ganas de nutrirse intelectualmente, provoca que me identifique con este comediante llamado, Bill Hicks. Recuerdo un monólogo de él, donde dice “soy un camello, me basta un día en el año para llenar mi joroba de odio y justificar los 364 días del año que paso en mi departamento diciendo: ‘¡Dios, que idiotas de mierda!’”. No todo es malo, me río bastante de la funcionalidad de esa minisociedad. Es divertido ver tipos gordos que van siempre a la disco y terminan trabajando para ella, luego un montón de jóvenes hermosas que se “cuelgan” de ellos, de esos gordos que se aprovechan del pseudo-poder que tienen y les regalan tragos a su presa, ¡qué asco!

Si piensas como yo y vas a buscar sexo a la disco, te recomiendo que no vayas, vas a terminar igual que yo, escribiendo un texto de mierda y odiando a esas mujeres que no tienen culpa de nada, la culpa solo la tiene McDonald’s por crear gordos que luego se las follan por ir siempre a la discoteca.


Carlos Ojeda (@cojedam)

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