Sosténgame, Pereira | Lecturas de verano

Iniciamos un nuevo capítulo. Y nunca mejor dicho, porque a partir de hoy les traemos nuestras recomendaciones literarias de cara al fin de semana. Para pasar página a una ardua temporada o mejorar el capítulo presente si es que aún no ha llegado su descanso. No se preocupe: tenemos recomendaciones para todos los gustos.

Hoy llega: Sostiene Pereira, del italiano Antonio Tabucchi

 

Lecturas de verano | Sostiene Pereira | Por Ana Esther Méndez


«Quisiera hacerle una pregunta, dijo el doctor Cardoso, ¿conoce usted los médecins-philosophes? 
No, admitió Pereira, no los conozco, ¿quiénes son?
Los más importantes son Théodule Ribot y Pierre Janet, dijo el doctor Cardoso, fueron sus obras lo que estudié en París, son médicos y psicólogos, pero también filósofos, propugnan una teoría que me parece interesante, la de la confederación de las almas. 
Explíqueme esa teoría, dijo Pereira.
Pues bien, dijo el doctor Cardoso, creer que somos 'uno' que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, 


¿comprende?» [1]

 

Arrancamos nuestro caminar acompañados por el  intelectual italiano Antonio Tabucchi (Pisa, 1943 - Lisboa, 2012). Este extracto pertenece a su novela Sostiene Pereira, protagonista en esta ocasión. Es necesario apellidar a este autor como intelectual -teniendo en cuenta que es un término demasiado grueso como para aplicárselo a cualquiera-, porque a través de cada página de sus relatos logra extraer de aquel lector  trémulo y lejano, ese pequeño bastión de pulcritud humana que aún reside en su interior pese a no haber tenido un buen día. Y esto, con una novela. 


Sostiene Pereira (1994). Editorial Anagrama
No existe nada más bello que el ser escéptico con uno mismo, buscarse día a día, creer haberse encontrado, y perdernos el día después. Porque cada mañana es un desafío que irrita a nuestros sentidos, y cada noche un descanso para relajar nuestra alma. Cada jornada supone una nueva oportunidad para ser capaz de aprender y afinar nuestro olfato. Y de este modo, el trémulo humano se convierte poco a poco en un impávido ser, que no busca otra cosa que a sí mismo. Pese a haberse encontrado el día anterior. Y esto lo conocía muy bien el maestro Tabucchi, lectura obligada en gran cantidad de facultades de comunicación y filología.
 
Sostiene Pereira narra la insoportable levedad del ser, que diría Milan Kundera. La inconsistencia de su protagonista, un periodista portugués que cada noche al llegar del trabajo se dirige al retrato de su mujer ya fallecida para pedirle disculpas y contarle lo acontecido durante la jornada. Y cómo, de la manera más cotidiana e inesperada, lo casual se vuelve causal, y se desatan una serie de eventos -tal y como su médico los denomina- que le hacen replantearse el futuro en el escenario de su propio hastío.
 
En Sostiene Pereira se entremezcla la cotidianidad más absurda -y a la vez real- de El coronel no tiene quién le escriba de Márquez con los entresijos de La insoportable levedad del ser. Tabucchi recrea con gran sencillez el panorama portugués durante el régimen salazarista del pasado siglo, entremezclándolo con el arte degenerado recién llegado de Europa, a través del que se cruzan las vanguardistas teorías vitales que a Pereira traerán de cabeza. La novela supone un desafío para el propio lector, quien se ve arrastrado hacia el propio alma de Pereira. El autor logra conseguir el efecto de atrapar al lector hasta el punto de que este tenga que decidir como si fuese el propio Pereira.
 
Sostiene Tabucchi en el epílogo de su libro, que Pereira, se le presentó por la noche, entrando en su habitación como un yo paralelo, que le iba narrando su propia historia.
 
«El señor Pereira me visitó por primera vez una noche de septiembre de 1992. En aquella época no se llamaba todavía Pereira no poseía trazos definidos, era una presencia vaga, huidiza y difuminada, pero que deseaba ya ser protagonista de un libro. Era solo un personaje en busca de su autor» [2]
 
Pereira no es solo un personaje en busca de autor. Sostiene Pereira ha resultado ser para sus cientos de lectores un pequeño punto de encuentro en el que los perdidos pueden encontrarse cada noche y perderse de nuevo cada mañana.  Y es que Pereira para muchos, ha supuesto ese pellizco que les hace sentirse vivos, pensar en lo que son, y lo que hacen. Porque Pereira al fin y al cabo, se presenta por las noches, y aparece preguntándole qué tal le ha ido el día, porque el suyo ha sido pésimo, y al igual que necesitaba que Tabucchi le encontrase y contase su historia, ahora él, necesita que usted la lea. Fondo musical o silencio, usted decide. Pero elija las palabras, muchas veces el silencio hueco pesa más que ellas.
 
 
 
Abra la ventana.
 
 
Él también tuvo un mal día.
Le espera aquí.
 
 
Ana Esther Méndez (@hormonada)


[1] Tabucchi, A. (1994): Sostiene Pereira. Ebook. Página 52
[2] Tabucchi, A. (1994): Sostiene Pereira. Ebook. Página 78
 

Nota de la autora: si le gustó la historia de Pereira, le sugerimos otra gran obra de Tabucchi, El tiempo envejece deprisa, un compendio de relatos cotidianos para aquellos a los que les gusta no perder detalle en su día a día. Puro Tabucchi.

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